Como a tantas personas, a mí también me gustan las películas de terror. Por qué, tengo un montón de razones.
Las películas de terror tienen la fabulosa característica de materializar algunas metáforas o ideas que generan miedo. Todo empieza con la metáfora, ese es el puntapié inicial de la cadena del miedo. La película de horror toma esa metáfora y la representa de la manera más tangible y violenta posible. La idea que genera miedo no es solo un elemento material y nada más, sino que tiene un trasfondo metafórico que sale a la luz a través de lo terrorífico.
Voy a dar algunos ejemplos sobre este mecanismo, pero debemos tener presente que no son más que ejemplos, existen muchísimos otros (incluso en las mismas películas) que pueden ir por otra parte, reforzar o incluso contradecir el ejemplo que presento. Lo que ponemos en el plano de la demostración es la estructura, no la concreción en sí.
Ejemplo 1, el apocalipsis zombie
Ese clásico del terror representa 2 puntos clave, por un lado a la muchedumbre desconocida, que lo ve a uno como un alimento más. En otras palabras muestra la despersonalización, tanto de cada individuo de la horda zombie, así como del protagonista. Quiebra el límite entre lo humano y el resto del universo. Se deja de reconocer al otro. Si uno vive en una ciudad medianamente grande, no es descabellado que este pensamiento cruce por su mente de vez en cuando: ¿y qué tal si todos pierden conciencia de que estamos rodeados de personas y empiezan a tratarse como objetos entre ellos? Se verían como pedazos de carne caminando o un potencial asado que apura el paso para llegar a tiempo al trabajo…
Por otra parte representa el miedo (sin duda más abstracto) a ser comido por la sociedad, a ser engullido por el sistema y perder completamente el pequeñísimo fragmento de individualidad que nos prestó el sistema.
Ejemplo 2, Candyman
En esta película cuando una persona repite 5 veces la palabra «Candyman» frente a un espejo aparece inmediatamente un espectro que la asesina. Aquí aparece un miedo muy bonito que es el miedo a la palabra. Miedo a la construcción (y destrucción) de destinos (e incluso de universos) que tiene la palabra. La aparición de este individuo depende exclusivamente de la pronunciación de ciertas palabras en un contexto específico. Es como decir “Acepto” cuando uno se está casando, o cuando se pone la firma a un documento de compraventa cualquiera. ¿Será demasiada responsabilidad a la vuelta de una palabra?
Ejemplo 3, Insidious
En esta película un niño se acuesta a dormir y no despierta. El problema: un ser maligno secuestró su espíritu.
Aquí se puede pensar en un miedo más primitivo que es el de sentirse vulnerable al devenir universal y lo desconocido.
Tiene sentido: nacemos en este mundo e ingresamos a él de una manera forzada y aparatosa, descubrimos que el sol no gira alrededor nuestro sino que es la tierra la que se mueve, que besar es una forma de demostrar afecto, que al final de cuentas, todos morimos. Ese es un mundo lleno de reglas completamente arbitrarias y que en su mayoría desconocemos profundamente, vemos varias aplicaciones de algunas reglas, pero es como ver los síntomas de las enfermedades sin entender cómo funcionan realmente, ni qué las genera. Ese es el mundo, y es parte de ese mundo la representación de todo lo que ocurre, que nos hace sentir perjudicados de alguna manera, esa idea es la esencia del mal y al igual que el resto del universo, tiene sus leyes propias.
El film entonces representa y contextualiza esa materialización de lo inconveniente (por supuesto, inmanejable para nosotros) y lo deja interactuar con la existencia del protagonista. Por supuesto que -y como corona de esa representación universal del mal- esa entidad maligna que tiene quizás miles de años de edad y es casi omnipotente, conoce perfectamente a sus víctimas y tiene algo contra ellas, algo que puesto en perspectiva es tremendamente ridículo. Si le cedemos el paso a la abstracción vemos que en última instancia siempre existe una sobrevaloración de la propia subjetividad que entiende que el centro del universo es ella y luego personaliza cualquier adversidad en una figura maligna, cuyo único motivo existencial es la consecución (o destrucción) de nuestra.
En conclusión
El fuerte de la película de terror no es el miedo a la muerte o el temor a un ataque directo por parte de una entidad demoníaca (la muerte es solo la conclusión inevitable), el problema se encuentra en el camino que se recorre para llegar a la muerte. La base del film de horror está en la materialización de un concepto que nos pueda perturbar profundamente en un plano metafórico. En otras palabras, que nos atraviese conceptualmente.
Lo resumimos en: dime cuál es tu película de terror favorita y te diré qué idea te desvela por las noches.